La política nacional e internacional se ha convertido en una fuente de riesgos cada vez mayor para las empresas. Ha pasado de ser algo ignorado en buena parte del mundo hace tan solo una década a transformarse en un elemento de desestabilización, incertidumbre y tensiones. No es de extrañar que tres de cada cuatro organizaciones consideren los riesgos geopolíticos como una de las grandes cinco fuentes de riesgos a las que se enfrentan, según se desprende del Political Risk Survey and Report de WTW.
Tras la pandemia de COVID-19, las empresas tuvieron que lidiar en 2022 y 2023 con las consecuencias del conflicto en Ucrania y en 2024 con las tensiones en Oriente Medio y la guerra en Gaza. Ahora, 2025 ha empezado claramente dominado por las decisiones comerciales y políticas de Estados Unidos que están añadiendo todavía más incertidumbre a la economía global. Así, casi el 60 % de las empresas encuestadas para el informe espera que las guerras comerciales iniciadas por la administración Trump tengan un impacto negativo en su estabilidad financiera. Además, el Gobierno de Estados Unidos está usando los aranceles como herramienta de negociación, lo que lleva a cambios constantes y, en consecuencia, a más inestabilidad a corto plazo.
Con todo esto sobre la mesa, ¿qué pueden esperar las empresas del escenario geopolítico de 2025? ¿Y qué les preocupa? A continuación, analizamos los 10 principales riesgos de carácter político a seguir de cerca en 2025.
El 90 % de las empresas monitoriza de cerca los riesgos geopolíticos. Las organizaciones están especialmente preocupadas por los conflictos en la zona gris, es decir, todas aquellas acciones que elevan la presión sobre un país más allá de un conflicto abierto, como por ejemplo los ciberataques, los sabotajes a centrales energéticas o infraestructuras de comunicaciones y las represalias económicas (como las sanciones).
Analizando la situación más de cerca, estas son las fuentes de riesgos políticos que más preocupan a las 66 organizaciones encuestadas para el informe.
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Las guerras comerciales, que ya estuvieron presentes durante el primer mandato de Donald Trump, han regresado a la Casa Blanca en forma de una política arancelaria agresiva pensada para reequilibrar las balanzas comerciales a favor de Estados Unidos. Sin embargo, los constantes cambios de dirección y los impactos en el sistema económico mundial, en los precios y en las cadenas de suministro preocupan a las empresas.
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Otra de las fuentes de incertidumbre que ha añadido la administración Trump es la revisión de prácticamente todas las relaciones con sus aliados, incluyendo las amenazas para recuperar el control del canal de Panamá o para comprarle Groenlandia a Dinamarca. Para las empresas, las principales preocupaciones derivan de cómo la postura de Estados Unidos puede influir en la guerra de Ucrania y de los cambios en la estrecha relación que, hasta ahora, el país había mantenido con la Unión Europea.
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Más allá de lo que ocurra en alguno de los sectores tradicionalmente más regulados (como el bancario o el farmacéutico), las empresas encuestadas se muestran preocupadas por el impacto que pueda tener el aumento de la regulación en la Unión Europea, especialmente, en la industria tecnológica, lo que limita las opciones de ofrecer soluciones flexibles y precios competitivos.
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El aumento de las tensiones geopolíticas tiene como consecuencia un retroceso en la globalización económica. Al igual que ya experimentaron muchas empresas al inicio del conflicto de Ucrania, de la noche a la mañana una organización puede verse expulsada de un mercado que, hasta ese momento, era clave para sus operaciones.
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El conflicto en Gaza e Israel, y sus ramificaciones en el resto de Oriente Próximo, siguen preocupando mucho a las empresas. Con los ataques que hace dos años casi obligan a cerrar el canal de Suez en el recuerdo, muchas organizaciones temen impactos en la cadena de suministros o en los precios de las materias primas.
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Las tensiones recientes entre Estados Unidos, la Unión Europea y China no son sino otro capítulo en una relación comercial que lleva ya varios años en una situación complicada. El país asiático sigue manteniendo una posición dominante en sectores como el tecnológico, las energías renovables o los vehículos eléctricos. Así, muchas empresas están pendientes de cómo Estados Unidos, la UE y China acaben resolviendo los conflictos.
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Las políticas internas de China generan cada vez más dificultades para las empresas extranjeras e impiden que estas compitan en igualdad de condiciones en algunos sectores (y, en particular, en el tecnológico). Además, las organizaciones encuestadas también se muestran preocupadas por una posible desaceleración económica en el país asiático que podría tener repercusiones globales.
08
El orden internacional basado en ciertas reglas y en el multilateralismo no ha dejado de debilitarse en los últimos años. Más allá de los conflictos o tensiones comerciales, a las empresas les preocupa que desaparezcan las normas legales y de mercado que hasta ahora han sustentado la globalización, lo que a su vez dispararía la incertidumbre y los riesgos.
09
En los últimos años, muchas empresas han empezado a evaluar su exposición a posibles conflictos en el estrecho de Taiwán, un país que Occidente ve como un estado independiente, mientras China lo considera parte de su territorio. Taiwán juega, además, un papel dominante en la industria tecnológica como mayor productor de microchips del planeta.
10
El aumento del uso de los ataques cibernéticos y de las campañas de desinformación por parte de algunos estados para desestabilizar a otros representa un riesgo significativo y en aumento, como se evidenció con la anulación de las elecciones de 2024 en Rumanía tras presunta interferencia rusa. Las empresas están particularmente preocupadas por las consecuencias que estas injerencias puedan tener en las infraestructuras críticas.
En resumen, el riesgo político ha pasado a ocupar un lugar destacado en el escenario de riesgos con el que tiene lidiar la mayoría de las empresas globalizadas. Las preocupaciones mostradas en este informe de 2025 poco tienen que ver con las que aparecían en la primera edición de este análisis, en 2018. Monitorizar de cerca los riesgos, estar preparado para actuar con rapidez y flexibilidad y contar con planes robustos de gestión de riesgos y de continuidad de negocio es clave para sobrevivir en este escenario cada vez más incierto.