Aunque pueden ser muy diferentes entre sí, los sistemas de pensiones de todos los países del mundo enfrentan desafíos comunes. El principal es el envejecimiento de la población, que hace que aumente la proporción de jubilados con respecto al número de trabajadores en activo, es decir, que aumenten los gastos por encima de los ingresos. De acuerdo con el último informe de Pensions at a Glance, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el porcentaje de población con más de 65 años en los países de la OCDE pasará del 18 % actual al 27 % en 2050.
La respuesta de los países a este reto demográfico en los últimos años ha pasado por diferentes reformas estructurales, algunas más profundas que otras, y sobre todo por el retraso de la edad de jubilación, es decir, prolongar un poco más el periodo en el que la mayoría de los trabajadores permanece en activo. Sin embargo, existen diferencias profundas en cómo los países han afrontado este retraso de la edad de jubilación, desde enfoques más conservadores como el español hasta otros más radicales (como Dinamarca, que acaba de establecer la edad ordinaria de jubilación en los 70 años).
Alargar la vida laboral de los trabajadores en activo no es la única forma de solucionar los desafíos que supone el envejecimiento de la población para las pensiones (ya que también puede fomentarse el ahorro privado, tanto individual como colectivo, o buscar nuevas vías de financiación). Pero sí es un pilar importante para la sostenibilidad de las pensiones. De acuerdo con la OCDE, retrasar la edad de jubilación ordinaria es una forma efectiva de generar más ahorros para el sistema, ya que logra que más personas contribuyan a la caja de las pensiones y, al mismo tiempo, consigue reducir el número de prestaciones a pagar.
Según la organización, muchos países de la OCDE han implementado diferentes medidas para aumentar la edad legal de jubilación, frenar la jubilación anticipada y ofrecer incentivos para que los trabajadores permanezcan más tiempo en activo. Así, se prevé que la edad normal de jubilación aumente en 23 de los 38 países de la OCDE, alcanzando una media de 66,3 años para los hombres y 65,8 años para las mujeres que empiezan a trabajar hoy.
Sin embargo, las medias ocultan las importantes diferencias que existen entre países. A continuación, revisaremos el caso de España y lo pondremos en contexto con otros países de su entorno.
Tras la reforma del sistema de pensiones de 2013, la edad de jubilación ordinaria en España ha empezado a incrementarse poco a poco con el objetivo de alcanzar los 67 años en 2027. Eso sí, ese límite solo aplicará a quienes hayan cotizado a la Seguridad Social menos de 38 años y 6 meses. Para quienes superen esa barrera, la edad de jubilación será de 65 años. 2025 es todavía un año de transición, en el que la edad de jubilación es de 66 años y 8 meses para quienes hayan cotizado menos de 38 años y 3 meses.
De acuerdo con los datos que recoge y actualiza, anualmente, el Finnish Centre for Pensions, España es el sexto país de la Unión Europea y el octavo de Europa con una edad de jubilación ordinaria más tardía. Sin embargo, el límite que marca la legislación no está vinculado a la esperanza de vida, algo que sí han hecho otros países de la UE para reforzar la sostenibilidad del sistema. Además, hay que tener en cuenta que existen varias opciones de prejubilación disponibles, lo que hace que la edad de jubilación real sea, en España, un poco más baja (65,2 años, según los datos de 2024).
Dinamarca fue uno de los primeros países en retrasar la edad de jubilación y reformar su estado de bienestar, anticipándose incluso a la crisis financiera de 2008 que expuso las costuras de los sistemas de pensiones de todo el mundo. Ahora lo ha vuelto a hacer, ya que el Parlamento del país nórdico acaba de aprobar que la edad de jubilación, fijada actualmente en los 67 años, aumente a los 68 en 2030, a los 69 en 2035 y a los 70 en 2040. Esta reforma está en línea con lo que piden algunos de los organismos económicos más exigentes, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), que en un análisis publicado en el mes de abril abogó por retrasar más la edad de jubilación aprovechando que las capacidades cognitivas de un trabajador de 70 años, hoy, son mucho mejores que hace dos décadas.
Tras esta reforma, Dinamarca se ha convertido en el país con una edad de jubilación ordinaria más alta de la UE y de todo el mundo. La acompañan, en la parte alta de la clasificación, los siguientes países (según los datos del Finnish Centre for Pensions):
Además, el centro finlandés de pensiones señala que la edad de jubilación está vinculada a la esperanza de vida en Chipre, Dinamarca, Eslovaquia, Estonia, Finlandia, Grecia, Italia, Países Bajos, Portugal y Reino Unido.
En la mayoría de países del mundo, el retraso de la edad de jubilación está sobre la mesa, pero es una reforma que sigue resistiéndose. En el contexto europeo, hay naciones que han prolongado la vida laboral, aunque sin llegar a alcanzar la jubilación a los 67 años. Son los casos de Alemania, Portugal e Irlanda (66 años) y Bélgica, Chipre, Hungría o Luxemburgo (65 años). Sin embargo, en otros países europeos la edad de salida del mercado laboral es mucho más temprana. Destacan los casos de Suecia (63 años) o Francia (62 años y 6 meses), aunque en ambos países la ley contempla el retraso hasta los 64 años.
Fuera de la UE, las reformas de la edad de jubilación todavía están más retrasadas. En América, los países con un límite más alto son Estados Unidos (66 años) y Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, México, Honduras y Perú (65, si bien en algunas de estas naciones existen diferentes edades para hombres y para mujeres). En la parte baja de la tabla destacan los casos de Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Paraguay, Uruguay o Venezuela (60 años) y el de Bolivia (50 años para las mujeres, 55 para los hombres).
En definitiva, aunque a nivel global la tendencia apunta a un retraso de la edad de jubilación como respuesta a los desafíos que el envejecimiento poblacional genera en los sistemas de pensiones, las estrategias adoptadas por cada país varían considerablemente. España, aunque no está entre los países que más (y con mayor rapidez) han elevado su edad de jubilación, sí que se coloca (en un contexto global) en el grupo de los que parecen haber afrontado los retos demográficos con mayor ambición.