La incertidumbre económica y política de los últimos años no va a disiparse en 2025. Las primeras decisiones de Donald Trump en Estados Unidos que podrían tensar aún más las relaciones comerciales y desestabilizar los mercados y el débil desempeño económico de Alemania y Francia en la Unión Europea han marcado el inicio de un año que se adivina complicado para el sector financiero y de seguros. Aun así, también hay buenas noticias: a pesar de todo, la economía mundial sigue mostrando una gran resiliencia en términos de crecimiento y empleo y el episodio de inflación de 2022 y 2023 parece ya superado.
Las causas del cambio drástico y generalizado en las condiciones del sector asegurador en 2019 parecen ya algo del pasado. Sin embargo, algunas, como la escasez de materias primas, los problemas en las cadenas de suministro a nivel global, la crisis energética, las tensiones geopolíticas o la inflación siguen estando de actualidad. Ahora, el sector asegurador enfrenta otro cambio de ciclo hacia un contexto de mercado blando marcado por la volatilidad y por las ambiciones de crecimiento y de generación de nuevo negocio de gran parte de los mercados tradicionales y de los nuevos aseguradores que buscan afianzar y consolidar su posición en España.
Todo apunta a que esta seguirá siendo la tónica para la mayoría de las compañías de seguros en 2025. Algunos mercados siguen siendo restrictivos, pero la mayoría de las aseguradoras está mucho más abierta a suscribir nuevos negocios y a aventurarse con riesgos que antes excluía. Así, durante este año podemos esperar, en líneas generales, una estabilización del mercado con perspectivas favorables en casi todas las líneas de negocio y para la mayoría de las industrias y actividades.
Por otro lado, muchos de los grandes grupos aseguradores a nivel global han vuelto a obtener resultados muy positivos en 2024 y han presentado planes de crecimiento ambiciosos para este año. Esta tendencia se beneficia de que la mayoría de los riesgos están en su precio técnico, la competencia entre los actores tradicionales del mercado y los recién llegados ha seguido aumentando y cada vez más clientes son conscientes de la importancia de la gestión activa de sus riesgos.
Las pérdidas por catástrofes naturales siguen marcando máximos. En 2024, sumaron 368 000 millones de dólares (algo menos que los 397 000 millones de 2023), impulsadas sobre todo por los huracanes en el Caribe y las tormentas convectivas severas en Estados Unidos, pero también por eventos como las inundaciones de Valencia, que dejaron más de 230 fallecidos y pérdidas estimadas de 16 000 millones de dólares. 2024 fue también el noveno año consecutivo en el que las pérdidas por catástrofes naturales superaron los 300 000 millones de dólares.
Esto tiene un impacto directo en el sector asegurador. Las pérdidas totales de las compañías de seguros por catástrofes naturales durante 2024 superaron los 145 000 millones de dólares, un 15,2% más que en 2023, un 33,3 % más que hace una década y un 54 % por encima de la media del siglo XXI. 2024 fue devastador y los incendios sufridos en California a principios de 2025 ponen de manifiesto que los eventos climáticos extremos no van a dejar de desafiar la estabilidad de las empresas y las comunidades alrededor de todo el planeta. Así, nuestros expertos destacan una serie de tendencias a tener muy en cuenta en relación a las catástrofes naturales:
Los riesgos en el sector de seguros europeo son estables y, en general, se encuentran en niveles medios, con algunas excepciones derivadas de la volatilidad del mercado y de los cambios en los precios inmobiliarios, según el regulador europeo de Seguros y Fondos de Pensiones (EIOPA). En este sentido, nuestros expertos anticipan un 2025 marcado por los siguientes factores:
Teniendo esto en cuenta, la capacidad de acceder a los mercados internacionales y a mejores precios y condiciones estará determinada por la presentación temprana de los riesgos y la aportación de la mayor cantidad posible de datos e información sobre la naturaleza y el alcance de dichos riesgos. Aunque la tendencia sea de cambio de ciclo hacia un mercado blando, la gestión activa de los riesgos y la inversión en prevención seguirán siendo claves a la hora de negociar y conseguir mejores ofertas.