Solo el año pasado se tramitaron en España casi 600 000 bajas laborales relacionadas con la salud mental en el trabajo y el futuro no es alentador, ya que la Organización Mundial de la Salud estima que se convertirá en la principal causa de discapacidad en el mundo en 2030. En este sentido, las empresas tienen un papel clave en la gestión de la salud mental de sus empleados y en mantener su motivación para cuidar de ella, algo que además revierte directamente en el éxito de la organización y en su cuenta de resultados.
Los empleados sufren casi el doble de patologías relacionadas con su salud mental en el trabajo que con su salud física. De acuerdo con los datos de la Encuesta Global Benefits Attitudes 2024 de WTW, el 49 % de los empleados españoles considera que sufre estrés medio o alto, el 38 % padece ansiedad o depresión y el 16 % reconoce tener algún problema de salud mental en el trabajo. Estos trastornos no se reparten por igual entre todos los trabajadores: el perfil de empleados más propenso a sufrir ansiedad y depresión es joven (menor de 40 años) y con salario bajo (menos de 25 000 euros anuales).
Además, el desgaste o burn out sigue teniendo un impacto muy importante en la plantilla. Un 28 % de los empleados se siente quemado por su trabajo, un 25 % se siente presionado para trabajar muchas horas y un 32 % afirma trabajar a menudo en su tiempo personal. Como en el caso anterior, el perfil de empleado que más quemado se encuentra por su trabajo es aquel que tiene un salario bajo y una mala salud y sufre ansiedad o depresión. También afecta más a mujeres sin hijos y a familias monoparentales.
Los problemas de salud mental influyen directamente en la relación de los empleados con su trabajo y con sus compañeros. Según el informe de WTW, aquellos empleados que sufren ansiedad y depresión tienen un menor compromiso laboral, faltan al trabajo un mayor número de días al año (el doble comparado con aquel trabajador que no sufre estas patologías), tienden más al presentismo y se sienten más quemados por el trabajo. Además, también suelen tener una mala salud física (así lo señala el 46 % de los empleados con problemas de salud mental), dificultades financieras (24 %) y un nivel bajo de interacción social (15 %).
El 25 % de los empleados españoles muestra signos de ansiedad y depresión, pero no está recibiendo ningún tipo de tratamiento para mejorar su salud. La mejor herramienta que tienen las empresas para ayudar a sus empleados en este sentido es su programa de salud y bienestar. De hecho, según el informe de WTW, los empleados con ansiedad y depresión que reciben el apoyo de su empresa a través de estos programas tienen más probabilidades de recibir tratamiento (y por tanto poner medidas para salir de esa situación) frente a los que no se sienten ayudados por su empresa. Además, los empleados que reciben apoyo en su salud emocional dan pasos para mejorarla, están en el “buen camino” para mejorar su salud mental y se sienten más animados y motivados a cuidar de su salud mental en el trabajo.
La conexión con sus compañeros y sus superiores también es importante. Los empleados que sienten que su mánager les ayuda a enfrentar sus problemas de bienestar, que su empresa les brinda los programas necesarios para lidiar con ellos y que pueden apoyarse en sus compañeros se encuentran menos agotados en el trabajo. Además, los empleados que sienten que son tratados con dignidad y respeto, valorados, remunerados de una forma justa y con oportunidades de mejora también muestran menos signos de agotamiento y desgaste.
Para mejorar la salud mental de los empleados y la motivación laboral, las empresas pueden proporcionar comunicación, capacitación para directivos y programas orientados a involucrar a los empleados en cuestiones de salud mental en el trabajo, así como crear conexiones sociales que animen a los empleados a mejorar su salud mental. También es clave contar con una estrategia para lidiar con los trastornos de salud mental basada en la prevención, la intervención rápida y el apoyo durante la recuperación y la vuelta al trabajo.
Las enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares, las mentales, el cáncer, las respiratorias y la diabetes tipo 2, afectarán de forma significativa a las generaciones actuales y futuras de trabajadores. Ante esta realidad, la atención médica proactiva y la prevención cobran cada vez más importancia. Buena parte del éxito de las estrategias de salud laboral de las empresas pasa por lograr el compromiso de los propios empleados para hacer cambios positivos en sus hábitos. Es decir, conseguir motivar a los trabajadores para que se impliquen en la mejora de su propia salud y bienestar. Estas son tres formas de lograrlo.
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Impulsar la prevención y la mejora del tratamiento de las enfermedades no transmisibles pasa por desarrollar un enfoque de trabajo centrado en las personas y su comportamiento. El objetivo es que los empleados tomen control de su propio bienestar, en lugar de ser meros receptores pasivos de la atención médica. Este método se basa en la llamada economía del comportamiento, que analiza cómo los seres humanos no siempre tomamos las mejores decisiones, incluso aunque conozcamos las consecuencias positivas de hacerlo.
Las empresas pueden ayudar a motivar los cambios de comportamiento positivos mediante la creación de un entorno que facilite que los empleados tomen decisiones que mejoren su salud. En este sentido, la tecnología juega un papel clave:
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El estrés y la ansiedad son dos de los principales problemas de salud en el trabajo. Para gestionar la salud mental de los empleados, el primer paso es vencer los estigmas y los tabúes que existen a su alrededor.
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La falta de confianza es una de las grandes barreras que enfrentan las organizaciones para mejorar la salud de los empleados. Para evitar la desconfianza, las empresas deben ser transparentes y respetuosas con los límites de la privacidad. Es necesario poner en práctica acciones que garanticen que los datos médicos de los empleados son almacenados de forma segura y que los mensajes y acciones personalizados serán generados de forma privada, sin que ningún responsable de la empresa intervenga en el proceso. De nuevo, la tecnología puede ser una gran herramienta para empoderar y educar a los empleados acerca de su propia salud, mientras se respeta su privacidad.
Sin embargo, el camino que marcan estos tres enfoques no siempre es el escogido por las organizaciones para mejorar la prevención y el cuidado de la salud entre los empleados. Más allá de acciones concretas que fomenten los comportamientos saludables, como dejar de fumar o hacer más ejercicio, cuidar la salud mental y física de los trabajadores debe ser una prioridad compartida por el empleado y la empresa.
La clave es captar la atención de los empleados y mantenerlos motivados para que apliquen por sí mismos cambios de hábitos saludables, sin necesidad de premios o recompensas. Para ello, las empresas deben revisar sus estrategias de salud y bienestar para asegurarse de que sean relevantes y atractivas para sus empleados al tiempo que se ajustan a las necesidades de la organización. Una estrategia eficaz, que resuelva los problemas que realmente importan a los empleados, es la mejor manera de reforzar el compromiso y la motivación de los trabajadores con la salud mental y física.