Tal y como ha podido constatarse en los últimos años, el cambio climático y sus consecuencias pueden afectar al sector minero de muchas formas. Asimismo, las empresas deben reducir sus emisiones, descarbonizar sus operaciones y su cadena de suministros y alejar sus carteras de los combustibles fósiles, al tiempo que gestionan los riesgos asociados a su impacto ambiental y las reclamaciones. Todo esto reforzando la resiliencia de sus activos y sus operaciones ante los eventos climáticos cada vez más extremos. Además, las exigencias de las autoridades reguladoras son cada vez mayores mientras que las demandas de todos los stakeholders, desde los accionistas a los clientes, no dejan de aumentar.
Para ganar resiliencia climática, es fundamental que las empresas empiecen por examinar el impacto de los fenómenos meteorológicos y climáticos en sus activos, sus operaciones y sus cadenas de suministro e identifiquen acciones de mitigación prioritarias. Además, hay que tener en cuenta que las decisiones de inversión en el sector minero son siempre a largo plazo y tienen efectos duraderos.
Tras analizar el panorama de riesgos del sector, en el informe "Balancing sustainability and competition in a dynamic environment" de WTW, nuestros expertos exploran cinco formas en que la industria minera puede reforzar su resiliencia climática.
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Empezar a planificar ahora cómo hacer frente a los impactos climáticos del futuro tiene sentido comercial, tanto para minimizar los riesgos como para aprovechar las oportunidades. Para desarrollar la resiliencia climática de la organización es necesario integrarla en todos los procedimientos de planificación y gestión de riesgos que ya estén en marcha. Es decir, no es necesario desperdiciar recursos intentando reinventar la rueda: es esencial que las empresas mineras puedan avanzar en la transición energética sin ver interrumpida su actividad.
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Los límites entre los niveles de riesgo tolerables y los intolerables, los llamados umbrales críticos, deben estar bien identificados. La temperatura máxima bajo la que el personal puede trabajar de forma segura o el volumen de las quejas de las comunidades locales son, por ejemplo, umbrales críticos. En función de cómo evolucione el cambio climático, estos umbrales se irán atravesando con mayor frecuencia e intensidad, mientras que en un escenario climático estático rara vez se alcanzarían. Así, será necesario contar con estrategias de adaptación sólidas para aumentar el rango de tolerancia de la organización.
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Las llamadas pruebas de escenario conjugan el análisis de riesgo de las pruebas de estrés con la incertidumbre de los escenarios a medio y largo plazo. No son instrumentos para predecir el futuro, pero permiten a los gestores de riesgos explorar las implicaciones de determinados futuros probables. En la actualidad, en base a los datos meteorológicos y climáticos históricos y del presente y teniendo en cuenta diferentes trayectorias de evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero, existen diferentes proyecciones climáticas en diferentes marcos temporales que van desde lo más cercano (2030) hasta finales de siglo.
Teniendo esto en cuenta, las empresas mineras y metalúrgicas pueden explorar una variedad de futuros climáticos potenciales que implican diferentes riesgos en función de la intensidad de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la habilidad de los países y las industrias para reducirlas. Además, en estos análisis deben tenerse en cuenta los llamados puntos de inflexión, que el panel intergubernamental del cambio climático (el IPCC, por sus siglas en inglés) define como aquellos umbrales críticos más allá de los cuales el sistema climático se reorganiza, a menudo de forma irreversible.
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Identificar, evaluar y cuantificar financieramente los riesgos es importante tanto para cumplir con los requisitos de divulgación de información como para orientar la planificación empresarial y las decisiones de inversión. Sin embargo, traducir los impactos climáticos en riesgos financieros cuantificados de manera sólida sigue siendo un desafío. Los riesgos climáticos físicos pueden generar un amplio abanico de impactos de negocio, algunos de los cuales son difíciles de cuantificar (como el valor de marca o la reputación). Para ser más efectiva, la cuantificación del riesgo climático físico debe conjugar dos enfoques:
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Existen multitud de opciones para gestionar los riesgos y adaptarse a ellos. Estas van desde acciones relacionadas con la información, como la monitorización de los peligros, o institucionales, como las relaciones con los accionistas, hasta actuaciones físicas, como la construcción de nuevas infraestructuras y sistemas de respaldo, y de colocación de riesgos en el mercado asegurador. Algunas acciones serán costosas y complejas, mientras otras serán de bajo coste y más fáciles de implementar. Sea como sea, todas deben formar parte de una gestión del riesgo ágil, basada en una estrategia capaz de evolucionar y ajustarse a medida que cambian las circunstancias, se adquieren nuevos conocimientos o se entra en nuevos escenarios climáticos.