Los seguros forman parte de nuestro día a día. Los contratamos para proteger nuestro hogar, para poder circular con nuestros coches y motos o para acceder a servicios sanitarios privados. En las empresas y las administraciones, pólizas como el seguro de responsabilidad civil, de ciberriesgos o de accidentes también juegan un papel fundamental. Sin embargo, a pesar de la familiaridad de estos productos, no siempre tenemos claros los conceptos básicos de los seguros.
En el siguiente artículo, de la mano de nuestros expertos, explicaremos de forma sencilla siete conceptos clave para entender los seguros: póliza, cobertura, exclusiones, suma asegurada y límite, sublímite, franquicia y prima.
Una póliza no es otra cosa que el contrato del seguro. Establece el vínculo entre una persona, un empresario o una persona jurídica (el llamado tomador del seguro) y una entidad aseguradora. En este contrato se especifican las obligaciones y los deberes de cada una de las partes. Por ley, la póliza del seguro tiene que estar redactada de forma clara y sencilla, para que todos los partícipes del contrato entiendan y sean conscientes de sus condiciones. La póliza está formada por tres partes:
Las coberturas son las prestaciones a las que se compromete la entidad aseguradora. Es decir, son las protecciones económicas que contrata el asegurado. Mediante el alcance de cobertura, el asegurado está protegido de las consecuencias de un siniestro (un suceso que produce un daño) hasta el límite económico pactado. También llamadas garantías o riesgos, las coberturas son definidas en las condiciones particulares y generales de las pólizas.
Según el alcance de su cobertura, existen seguros todo riesgo (en los que el alcance de la cobertura es total, salvo determinadas exclusiones) o de riesgos nominados (en los que el alcance de la cobertura se establece en base a garantías). Y, en función de la naturaleza del objeto del seguro, podemos tener seguros patrimoniales (protegen la cuenta de resultados de la empresa) o personales (protegen los recursos humanos de las empresas). Escoger el alcance de cobertura adecuado dependerá de factores como la actividad asegurada, la dimensión de la empresa o la aversión al riesgo del asegurado.
Para determinar las coberturas necesarias que se deben incluir en el seguro es necesario evaluar previamente todos los riesgos que nos afectan, intentar prevenirlos en la medida de lo posible y solo transferir al mercado asegurador los que no puedan mitigarse o asumirse internamente. Este proceso, conocido como gerencia de riesgos, es fundamental para decidir qué riesgos se deben incluir en las pólizas.
Cada vez que una aseguradora asegura un riesgo, lo que hace es comprometerse a indemnizar o reparar el daño que ocurra en un futuro. Esto es sencillo de poner en palabras, pero es difícil de delimitar en el contrato, por lo que es necesario que existan exclusiones. Las exclusiones hacen referencia a los riesgos o a determinadas circunstancias del siniestro que no están incluidas en las coberturas de la póliza.
En las pólizas hay otros dos conceptos clave: suma asegurada y límite. La suma asegurada es el valor que el titular de un contrato de seguro atribuye a los bienes cubiertos por la póliza. Este representa el límite máximo de cobertura económica que la aseguradora indemnizará en caso de que tenga lugar un siniestro cubierto en la póliza. La cifra se establece entre el asegurado y la aseguradora y debe quedar claramente determinada en el contrato.
De nuevo, para saber qué límites son los adecuados, es necesario llevar a cabo un análisis detallado en el que se tendrá en cuenta la actividad asegurada, la dimensión de la empresa o su aversión al riesgo, entre otros factores. A la hora de establecer los límites adecuados, existen factores críticos a tener en cuenta como la valoración de activos y el posible escenario de las reclamaciones.
El sublímite es el límite máximo de indemnización, aplicado sobre una cobertura específica. Dentro de las garantías, algunas pueden incluir ciertos límites específicos que acotan aspectos de la cobertura. Esta sublimitación puede darse en términos económicos (aplicando un importe máximo de indemnización para un daño concreto) o por cúmulo (aplicando como límite un máximo anual de indemnización).
La franquicia es la suma de dinero que la compañía de seguros no cubre en caso de ocurrir un siniestro. Tiene la función de repartir el riesgo entre los asegurados y las aseguradoras. Generalmente, al contratar un seguro con franquicia, el asegurado desembolsará parte de los daños y la aseguradora cubrirá el dinero que supere el monto de la franquicia. Un ejemplo habitual es el de los seguros de auto todo riesgo con franquicia, en los que en caso de accidente el asegurado debe abonar un importe inicial y el seguro cubre el resto.
Las franquicias pueden ser por un importe fijo (una cantidad invariable), por un porcentaje de los costes, combinadas o agregada (el asegurado asume todas las pérdidas hasta que estas alcanzan una cifra agregada).
La prima es el precio del seguro. El tomador del seguro está obligado a pagarla de acuerdo con las condiciones estipuladas en la póliza. Asimismo, el cobro de la prima obliga a la compañía aseguradora a indemnizar al tomador en caso de que se produzca el evento cuyo riesgo es objeto de cobertura. La prima del seguro se establece en función del tipo de riesgo asegurado, de las coberturas contratadas, de la duración del contrato o de los capitales asegurados, entre otros factores.
La prima puede abonarse como un pago único o anual y puede ser fija (durante toda la duración del seguro) o variable (cambiando en función de la evolución del riesgo). Para calcularla, las aseguradoras estiman y cuantifican el riesgo y llegan a una cifra, llamada prima técnica, que refleja el dinero que la aseguradora necesita para poder soportar el riesgo asegurado. A esta cifra se le añaden otros gastos, recargos e impuestos para acabar de definir la prima final.
En definitiva, las pólizas son el vehículo para transferir los riesgos al mercado asegurador. No hay dos iguales, ya que dependen de multitud de factores y cubren riesgos muy diversos. Para determinar los alcances de las coberturas y los límites adecuados, es necesario apoyarse en una buena gerencia de riesgos, llevada a cabo por expertos con herramientas, criterios y metodologías de trabajo profesionales. La determinacion del alcance de coberturas adecuado se establece, primero, mediante una buena gerencia de riesgos y finaliza con un buen diseño a medida del programa de seguros. Existen herramientas profesionales que nos ayudan a establecer el alcance de cobertura adecuado.