Durante los últimos años, el bienestar del empleado ha ido ganando peso en la estrategia de las empresas. La pandemia no ha hecho sino acelerar las tendencias y, como resultado, el bienestar es ya una de las principales prioridades de la política de salud de un gran número de organizaciones. Pero, ¿cuál es el estado real de las estrategias de bienestar de las empresas españolas?
El estudio Diagnóstico del bienestar 2021 de Willis Towers Watson, efectuado en base a encuestas tanto a empleados como a empleadores durante el pasado mes de mayo, busca dar una respuesta detallada a esta pregunta y analiza tendencias, desafíos a medio plazo y el impacto real del bienestar en la cuenta de resultados de la organización.
Una de las grades conclusiones del estudio es que las empresas que cuentan con programas de bienestar amplios consideran que los esfuerzos realizados son efectivos en todos los frentes. Además de mejorar la situación de los empleados, la mayoría de organizaciones han notado un impacto evidente sobre la productividad.
Cada vez son menos las empresas sin una estrategia de bienestar, de acuerdo con el estudio de Willis Towers Watson. De hecho, entre las organizaciones analizadas no hay ninguna que no tenga previsto contar con una estrategia de bienestar en el futuro cercano (en un plazo máximo de tres años).
En este sentido, la pandemia ha dejado huella. Casi todas las empresas (un 71%) consideran que su respuesta a la pandemia de COVID-19 o la preparación ante posibles pandemias en el futuro afectan a su enfoque y a sus actividades de bienestar. En este sentido, durante los próximos años darán prioridad, sobre todo, a mejorar la experiencia del empleado, optimizar la comunicación de los programas de bienestar y aumentar el compromiso de los trabajadores.
En cuanto a las acciones concretas, estas son las que las empresas tienen previsto o consideran implementar en los cuatro pilares del bienestar:
Un paso importante para impulsar la estrategia de bienestar es revisar el plan y los programas con regularidad y escuchar a los empleados y al resto de grupos de interés implicados. Durante los primeros meses del año, es fundamental trabajar con un enfoque estratégico que permita identificar las áreas críticas para el programa de bienestar. De acuerdo con Carrie Khan, Senior Director, Health, Equity and Wellbeing, WTW, hay tres pasos concretos a tener muy en cuenta en el proceso de reevaluación del plan de bienestar:
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Las organizaciones deben medir hasta qué punto su programa de bienestar está alineado con su estrategia y cuál es el nivel de compromiso de los trabajadores con el mismo. Esta evaluación debe, al menos, incorporar estos aspectos:
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Una vez evaluado el estado del programa, puede empezar el proceso de reajuste de la estrategia. Antes de hacer los cambios necesarios en el programa para lograr los objetivos esperados, es necesario hablar con todas las partes interesadas tanto para mantenerlos involucrados y alineados con la visión del bienestar como para incorporar puntos de vista diferentes al proceso. Así se evita, entre otras cosas, acabar diseñando una hoja de ruta poco realista.
Un plan desarrollado conjuntamente, compartido y acordado por todas las partes interesadas tiene muchas más probabilidades de tener éxito. A la hora de establecer los detalles, es necesario dibujar una hoja de ruta que incorpore los objetivos establecidos junto a los directivos, detalle las tácticas específicas, los mensajes clave y los beneficios de los empleados, y, sobre todo, establezca métricas precisas que permitan conocer cómo avanza la implementación de esta hoja de ruta.
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Cada vez que se actualiza y se mejora la estrategia de bienestar se abre una oportunidad de marcar la diferencia frente a otras organizaciones. Según la 2021 Best Practices in Health Care Survey, elaborada por WTW, el 74 % de los directivos de las empresas del sector médico cree que en tres años su estrategia de bienestar se transformará en un vehículo clave a través del cual competir por el talento y se personalizará para satisfacer las necesidades de cada uno de los empleados.
Las empresas siguen encontrando formas creativas de aprovechar las tácticas e iniciativas de bienestar para apoyar y promover una cultura de bienestar. Algunos ejemplos son alinear el bienestar con la estrategia de beneficios y recompensar y con el desarrollo profesional, crear vínculos con las políticas de diversidad, equidad e inclusión o ligar las iniciativas de bienestar a la comunidad y a iniciativas ambientales, sociales y de buen gobierno.
“Ser diligente en la monitorización continua de la estrategia y de los procesos de actualización del plan de bienestar no solo garantiza la ejecución y el éxito del programa de bienestar que ya está en marcha, sino que también permite a la empresa centrarse en nuevas formas de apoyar a sus empleados y diferenciarse frente a la competencia”, concluye Carrie Khan.
El informe de Willis Towers Watson recoge dos de los retos principales que, a juicio de las propias organizaciones, se dibujan en el futuro cercano de las estrategias de bienestar. Por un lado, reducir la ejecución fragmentada de los programas de bienestar, que ha día de hoy sigue suponiendo un obstáculo en su implementación efectiva. Por otro lado, avanzar en el análisis de datos para mejorar la toma de decisiones.
Más de dos de cada cinco empresas recogen y analizan ya datos para desarrollar una estrategia de mejora de la inclusión y la diversidad, mientras un tercio lo hace para mejorar las estrategias de escucha y alrededor de un 20% lo hace para evaluar los costes, valorar el tiempo perdido y seleccionar las herramientas y programas adecuados. Por último, y aunque los porcentajes van en aumento, solo una de cada 10 empresas usa métricas financieras y no financieras para medir el impacto global de los programas de salud y bienestar.
En definitiva, las organizaciones priorizan cada vez más las estrategias de bienestar de sus empleados, dotándolas de recursos en todos sus frentes (físico, emocional, financiero y social). Reducir el estrés y los problemas de salud mental, mejorar la calidad de la actividad física y la alimentación o reforzar el sentido de pertenencia al equipo y a la empresa redunda de forma directa en la productividad y en la cuenta de resultados.