La inseguridad económica está relacionada con una peor salud y mayores niveles de estrés
La relación entre el bienestar del empleado y su productividad y compromiso con la empresa no es un secreto. El wellbeing se ha convertido en un pilar fundamental de la estrategia de atracción y retención del talento, así como en una herramienta con la que potenciar el desempeño de la compañía. Y, de entre todas las vertientes que afectan al bienestar de los empleados, el wellbeing financiero es una de las que más atención está recibiendo.
No en vano, los números señalan que la estabilidad financiera a corto y largo plazo es una de las grandes preocupaciones de los empleados. Más del 25% de los trabajadores asegura que los problemas financieros tienen un impacto en la planificación de su vida, en especial con vistas a la jubilación, según los datos de Willis Towers Watson.
Además, los empleados preocupados por su situación financiera tienen el doble de posibilidades de sufrir problemas de salud, tienen mayores niveles de estrés y están menos comprometidos con su entorno laboral que los que no tienen esas preocupaciones. Es decir, el bienestar financiero de los empleados tiene un impacto directo en la productividad de la organización.
“Los empleadores son conscientes de la importancia que el bienestar financiero de los empleados tiene para el negocio. Dos de cada tres creen que deben tener un papel activo a la hora de ayudar a sus empleados a mejorar su gestión financiera”, explican Steve Nyce, Director, Research and Innovation Center, y Jonathan Gardner, Senior Economist, de Willis Towers Watson. “De hecho, la mitad de los empleadores tiene en mente desarrollar programas de wellbeing financiero en los próximos tres años”.
Sin embargo, el enfoque tradicional de las estrategias de bienestar del empleado, centrado en el wellbeing físico y articulado en acciones concretas y aisladas, no es la herramienta más adecuada para contribuir al bienestar financiero de los trabajadores. Para los expertos de Willis Towers Watson, es fundamental dejar atrás dos aspectos obsoletos de las estrategias de bienestar del pasado:
Diseñar programas robustos de bienestar financiero, que tengan en cuenta las necesidades reales de los empleados, pasa por mejorar la comprensión de la situación de cada uno, activar las herramientas necesarias y respetar las decisiones de cada trabajador.
Las prioridades cambian en función del contexto familiar y el momento vital en que se encuentre cada empleado. Una madre o un padre jóvenes pueden estar centrados en el pago de deudas o en controlar los gastos diarios, mientras que una persona de mediana edad puede buscar ahorrar a medio plazo.
Además, el ahorro para la jubilación va cobrando más importancia a medida que los empleados avanzan en su carrera. Sin embargo, es una prioridad en todos los grupos de edad. No en vano, según la Global Benefits Attitudes Survey de Willis Towers Watson, cerca del 75% de los empleados consideran que sus beneficios como pensionistas serán peores que los obtenidos por la generación de sus padres.
Las empresas deben analizar qué herramientas sirven para atender las diferentes preocupaciones financieras detectadas entre los empleados. Estos instrumentos pueden variar también en función de los hábitos de cada persona. Por ejemplo, no es lo mismo mejorar la gestión financiera de una persona muy digitalizada que hacerlo para una persona con un enfoque más tradicional del ahorro.
El wellbeing financiero es especialmente delicado por las implicaciones que puede tener para una persona que su empresa se inmiscuya en sus finanzas personales. Muchos empleados reconocen que necesitan ayuda, pero quieren proteger su privacidad y, como es lógico, mantener el control total sobre sus decisiones financieras.
La línea entre impulsar o fomentar los cambios y parecer que se están juzgando los hábitos de una persona es fina. Los consejos y las posibilidades de mejora deben ofrecerse sin convertirse en un recordatorio constante de los problemas financieros que atraviesa cada persona.
Analizar y detectar las necesidades de cada persona en una plantilla heterogénea, escoger las herramientas adecuadas y ofrecer una respuesta respetuosa es un desafío importante. Pero la tecnología ha multiplicado las posibilidades de segmentación y comunicación con los empleados. De nuevo, las herramientas tecnológicas deben ser una alternativa de apoyo disponible, pero los empleados no deben sentirse presionados a utilizarlas.
Los problemas financieros, por pequeños que sean, pueden convertirse en grandes obstáculos a largo plazo, tanto para el desarrollo personal como profesional. El wellbeing financiero de los trabajadores, como parte de una experiencia del empleado centrada en el bienestar de las personas, es clave para anticiparse a estos obstáculos y evitar que se conviertan en un desafío para la empresa.