Desde el intercambio del primer Bitcoin en enero de 2009, las criptomonedas han pasado por todo tipo de fases y altibajos. A pesar de haberse convertido en un activo codiciado en los últimos años, las monedas virtuales han probado ser muy volátiles y una inversión de riesgo elevado. Sin embargo, a su alrededor se ha desarrollado mucho más que un espacio de especulación. Los smart contracts y las finanzas descentralizadas (DeFi, por sus siglas en inglés) son probablemente el mejor ejemplo de ello.
Si hubiese que escoger una tecnología que haya marcado un antes y un después en la evolución del sector fintech, esa sería, casi con toda seguridad, el blockchain. Esta gran base de datos descentralizada, también conocida en español como cadena de bloques, está formada por bloques de información codificada y encadenados entre sí. En esta base de datos, existen varios usuarios (llamados nodos) que verifican cualquier transacción o modificación de la información. Es decir, es un gran libro de cuentas distribuido y seguro.
Esta tecnología permite eliminar a los intermediarios en todo tipo de transacciones y descentralizar la gestión, por lo que se ha convertido en una herramienta fundamental para las fintechs. Las cadenas de bloques dan forma al universo de las criptomonedas, pero también están presentes en servicios de pago digitales, plataformas de trading, servicios de análisis de datos o gestores de inversiones, entre otros muchos sectores del mundo financiero. El blockchain es, también, una de las piezas centrales de las finanzas descentralizadas.
Así, tal como recoge el artículo Decentralized Finance: On Blockchain- and Smart Contract-Based Financial Markets, las finanzas descentralizadas son una infraestructura financiera en crecimiento basada en tecnología blockchain. No dependen de intermediarios financieros centrales como plataformas de intercambio o bancos para ofrecer instrumentos financieros, si no que utilizan contratos inteligentes (smart contracts) y plataformas de blockchain como Ethereum.
En los servicios financieros tradicionales, cada vez que cualquier usuario completa una transacción, esta queda registrada en una base de datos privada y gestionada por la entidad financiera con la que se esté operando. En el entorno de las finanzas descentralizadas, los usuarios operan a través de un tipo de aplicación, conocido como DApps (aplicaciones descentralizadas), que completa el registro de la transacción en la cadena de bloques correspondiente, una base de datos distribuida y descentralizada. Así, la tecnología de cadena de bloques reemplaza al intermediario y el control siempre está del lado del usuario.
Además, las condiciones de la transacción están registradas y protegidas mediante un contrato inteligente. Estos smart contracts no son otra cosa que un programa informático que hace cumplir y ejecuta acuerdos registrados entre las dos (o más) partes que intervienen en la transacción. Tanto las DApps, como los smart contracts y el blockchain son tecnologías versátiles y flexibles, lo que hace que las finanzas descentralizadas hayan encontrado acomodo en casi cualquier sector fintech. De acuerdo con la plataforma Ethereum, estas son las principales diferencias de las DeFi frente a las finanzas tradicionales:
Las finanzas descentralizadas se basan en tecnologías flexibles que pueden adaptarse a multitud de casos de uso. Así, las DeFi han ido poco a poco convirtiéndose en uno de los pilares de las fintechs. Estas son algunas de las aplicaciones de las finanzas descentralizadas en la actualidad:
Además de estos casos de uso, las finanzas descentralizadas están encontrando acomodo en las plataformas de pagos, los préstamos entre particulares (peer-to-peer), el trading e, incluso, el mundo de los videojuegos y los eSports. Nacidas alrededor del nicho de las criptomonedas, las DeFi miran a un futuro cada vez más diversificado en el que las fintechs tendrán mucho que decir en el sector financiero.