En los últimos años, la forma en que las empresas piensan sobre los beneficios ha cambiado, ¡y mucho! Ya no se trata solo de cumplir con una “lista de requisitos obligatorios” según la práctica del mercado. El enfoque actual es garantizar que todos los colaboradores, sin importar dónde estén en el mundo, tengan acceso a un conjunto básico de beneficios que realmente tengan sentido —tanto para su bienestar como para la estrategia de la empresa. Ahí es donde entra el concepto de Estándares Mínimos Globales de Beneficios.
Esta tendencia está creciendo, y no es casualidad. Refleja lo que los colaboradores esperan hoy: más equilibrio, más salud (física y mental), más apoyo financiero, más flexibilidad, y por qué no decirlo: ¡más felicidad en el trabajo!
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Las empresas están adoptando una visión mucho más completa del bienestar. No se trata solo de ofrecer un buen plan médico o vales de comida. Se abarca salud física, salud mental, estabilidad financiera, balance entre vida personal y laboral, conexiones sociales y, sobre todo, felicidad en el ambiente de trabajo. La llamada felicidad corporativa se está posicionando como un objetivo claro para las empresas que desean ser un mejor lugar para trabajar. Esto incluye programas de reconocimiento, una cultura con propósito, horarios revisados, formas de trabajo más humanas, mejores relaciones entre líderes y equipos, e incluso espacios para la escucha activa y el desarrollo personal. No se trata solo de hacer que el colaborador sea más productivo, sino que disfrute estar ahí. Y cuando eso sucede, la retención mejora, el compromiso crece y el clima organizacional se transforma.
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La idea es tener un mínimo garantizado de beneficios en todo el mundo, sin ignorar las particularidades de cada país o cultura. Por eso, los beneficios flexibles están en auge — el colaborador elige lo que mejor se ajusta a su realidad dentro de un paquete base ofrecido por la empresa. Es el balance perfecto entre estandarización global y personalización local.
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Este punto ha avanzado notablemente. Hoy, la salud mental ya no es un tema tabú en las empresas —es parte fundamental de los paquetes de beneficios. Iniciativas como programas de asistencia al empleado (EAP), licencias para cuidados psicológicos y acciones preventivas se están convirtiendo en estándar, no en extra.
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Ante contextos económicos inciertos, las empresas están siendo creativas para mantener los beneficios sin rebasar los presupuestos. Herramientas como seguros cautivos y pooling multinacional ayudan a que los programas sean más eficientes, distribuyendo costos y riesgos de forma más justa.
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Cada país tiene sus normas sobre licencias de maternidad/paternidad, seguridad social, beneficios obligatorios, etc. Así que, incluso con estándares globales, se debe asegurar que todo esté 100% dentro del marco legal local. Este equilibrio es clave para evitar riesgos y conflictos.
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La atención a DEIB (Diversidad, Equidad, Inclusión y Pertenencia) está transformando el diseño de los beneficios. Las empresas están revisando sus paquetes para que sean relevantes y acogedores para diferentes perfiles —considerando género, cultura, edad (incluyendo etapas como la menopausia y sus desafíos únicos), orientación sexual, necesidades específicas y más. El objetivo es claro: construir entornos donde nadie se sienta excluido ni fuera de lugar.
Las proyecciones indican que la adopción de los Estándares Mínimos Globales de Beneficios se duplicará en los próximos años. Las empresas están apostando cada vez más por programas que van más allá de lo básico, enfocándose en bienestar genuino, salud preventiva y apoyo emocional. Lo más interesante: estos estándares se están conectando con otras áreas estratégicas, como ESG, DEIB, cultura organizacional y, sí, la felicidad laboral como ventaja competitiva.
Al final, los Estándares Mínimos Globales de Beneficios están convirtiéndose en una pieza clave de la gestión del talento —especialmente en compañías multinacionales. Aportan consistencia, demuestran una preocupación genuina por los colaboradores y ayudan a que las empresas se mantengan competitivas y alineadas con las nuevas expectativas del mercado.
El secreto está en el equilibrio: ofrecer una base sólida y justa a nivel global, con suficiente libertad para adaptar localmente. Así es como las empresas entregan verdadero valor — tanto para quienes trabajan en ellas como para el negocio en general.